3 sept 2013

"Échale semilla a la maraca pa'que suene"

En América del Norte, gracias al fenómeno natural de las estaciones, la construcción de las viviendas debe obedecer a parámetros distintos, que tengan en cuenta el aislamineto térmico, sobre todo en invierno. Por eso es que se construye con base en madera y hierro (aluminios y latas) para las estructuras y con láminas de drywall para las paredes interiores, en los espacios internos se rellena con aislamiento térmico y a veces sonoro, y se pasan todos los conductos hidráulicos y eléctricos.

Tiene muchas ventajas, pero también desventajas

Una de las razones que me llevaron decidir por la compra de la casa en que habitamos, fue el sótano terminado, que a diferencia de las cavernas llenas de telarañas y paredes lamosas; nuestro sótano es un espacio acogedor que integra una sala y dos habitaciones con una sala de baño completa. Es una de las áreas de la casa en la que pasamos más tiempo porque ahí se lava, se seca y se dobla y se aplancha la ropa, ahí está el televisor con todos los aparatos que lo complementan y mi guitarra eléctrica, aunque ya es poco lo que dedico a la música.

En verano es mucho más fresco que el resto de la casa y en invierno un poco más tibio, de todas maneras cuenta con calefacción eléctrica porque el invierno en Montreal es muy frío y muy largo. La calefacción es una resistencia enorme, un radiador que mide más o menos metro y medio de largo, 15 centímetros de alto y 10 de espesor, y está instalada a ras de piso contra la pared que daría hacia el frente de la casa… En verano permanece apagada.

En estos días notamos que debajo de la calefacción había unas virutas de "cartón" y polvo como de ladrillo o cemento blanco y algo de tierra. La primera sospecha cayó sobre el niño, pero no era usual que si él hubiera hecho un reguero fuera en ese punto tan falto de interés, tampoco era lógico sospechar del perro, lo que nos llevó a la teoría menos agradable: ratones.

Decidimos barrer y limpiar el mugre y si en días consecutivos aparecían de nuevo los desechos, definitivamente un ser viviente era el causante de que por arte de magia, aparecieran desperdicios dentro de la casa. Efectivamente cuando el piso había sido barrido dos o tres veces, tras cada amanecer persistían las cositas en el piso y la nueva evidencia fueron restos de caca… de ratón.

Normalmente ellos hacen un huequito para entrar y salir, pero no se veía perforación alguna en la pared, y todo el reguero estaba saliendo por debajo de la calefacción y no había manera que de un ratón pudiera estar pasando por una hendija tan estrecha. Quizá los ratones estaban viviendo dentro de la calefacción apagada en el verano.

Era día de fiesta. Mi esposa y yo nos acercamos a examinar de cerca el área problemática para encontrar el hueco y mientras acercaba mi cabeza, oí unos rasguños dentro de la pared.

"Shhhh" Hicimos silencio total y logramos escuchar con mejor detalle los rasguños del supuesto ratón, pero yo sospechaba de una criatura distinta, algo más poderoso que se interesaba por nuestro sótano: no había comida que robar y esa pared estaba bien lejos de la cocina, a no ser que los túneles ya fueran kilométricos y rodearan todo el barrio, y que además, fueran capaces de perforar las paredes de concreto que separan nuestra casa de las vecinas.

Mi esposa se iba a caminar con el perro mientras que yo me quedaba desmontando el aparato para ver lo que se escondía y poner un par de trampas para cazar al responsable -o los responsables- del daño progresivo en nuestra pared. Me armé de destornillador, una escoba, el recogedor y una linterna. Los tornillos salieron sin mucho esfuerzo y cuando removí el radiador de la pared, apareció la evidencia criminal de un par de huecos: uno casi tan grande como la palma de mi mano y otro que estaba en proceso, donde habíamos oído la presencia maligna de esa criatura.

Otra evidencia mucho más contundente fue la mancha negra en el piso que cubría la calefacción, creada por un guano hediondo y viscoso que por poco me hace perder el sentido cuando aspiré accidentalmente sus vapores diabólicos. Un ratón... no, esto es otra cosa peor, alguna de esas criaturas que se agazapan o que quizá de las que se cuelgan, para aparecer solamente cuando es de noche y huyen de la luz, temía una rata enorme o murciélagos.

Me dispuse a limpiar la porquería y preparar las trampas, pues aunque yo descartaba la ternura de los ratones, cualquier bestia que se atreviera a salir por esos huecos tocaría las trampas, aunque fuera con una pata… o garra.

Mi esposa llegó de su caminata y le mostré la evidencia de los huecos y le expliqué las otras cochinadas que había encontrado. Por desgracia era día de fiesta y todo estaba cerrado, de manera que no teníamos cómo conseguir un veneno para ponerle a los animales que estaban abusando de nuestra pared, nos tocaba nada más confiar en la acción de las trampas.
Hicimos una siesta en familia. Soñé entre otras cosas que escuchaba el chasquido seco de la trampa al atrapar el animal y que iba a revisar la caza. Se trataba de una rata azul, mojada y maloliente, con dientes enormes y cola negra pelada, el cuerpo del tamaño de un Yorkshire Terrier y que gruñía desesperada por el dolor que le causaba la trampa que había atrapado una de sus patas. Me miraba con ojos rojos, rabiosos... gruñía y luchaba para zafarse de la trampa, hasta que tuvo éxito y saltó la calefacción desbaratada para tomar venganza y vino hacia mí… me desperté.

Cuando todos estábamos levantados fuimos a revisar y como hombre que se respete, le dediqué a mi esposa la tarea de mirar primero mientras yo preparaba unos sánduches. Ella en el sótano y yo en la concina: "¿vos pusiste algo debajo de la trampa?" "Nada, solamente le unté la mantequilla de maní… ¿por qué?" "Aquí hay algo, pero no es un ratón" "¿Algo grande o chiquito?" "Chiquito, yo creo que un topo, ¿puede ser un topo?" "Sí, puede ser un topo… comemos y resolvemos eso".

Nos dio un pesar enrome, una tristeza difícil de explicar; pero el topo nos estaba destruyendo la pared… es un animalito tierno, que se ve de pelito negro suave y tupido y con unas manitos perfectas, de uñitas afiladas y dientes fuertes, apenas se le veían unos ojitos diminutos, cerrados. Me hubiera dado pesar también de los ratones, pero más triste ha sido esta manera de conocer un topo.

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