17 abr 2014

Triste por que se murió un famoso…

Creo que la primera vez que tuve ese sentimiento como de amargura extraña fue cuando se murió Freddy Mercury y el mismo día se murió Eric Carr. El primero conocido por casi todos los que lean este texto, el segundo, conocido por roqueros y metaleros. El primero murió por una pulmonía, que lo mató a causa de su deficiente sistema inmunológico acabado por el sida; el otro murió tras sufrir varios años con un tumor cerebral al que nunca pudo ganarle la batalla, y fue así como KISS perdió a su segundo baterista.

Hace un tiempo murió Diomedes Díaz, "el cacique de la junta", que nunca fue persona de mis agrados (ni hizo música de mis agrados), y a pesar de que reconozco su talento y la influencia en la cultura colombiana, es una de esas muertes que en mí no produjo ninguna emoción triste. Y es que así es: nos dejamos conmover por las muertes de quienes en vida nos conmovieron.

El Jueves Santo de 2014 murieron en circunstancias diferentes Gabriel García Márquez y Cheo Feliciano. Si usted no sabe quiénes son, le aconsejo que navegue un ratico en Google y se documente. Con esas muertes, y aunque me arrojen a un hormiguero, tampoco se me han movido mis fibras… del escritor he leído muy poco y del músico he escuchado un poquito más, pero no es el tipo de sonido que me cautiva.

Lo mismo le pasará a usted, si no sabe quién era Peeter Steele. Cuando murió yo me sentí triste, su música ha sido un gran influencia en mi vida y ni qué decir de las muertes de Ronnie James Dio y Jeff Hanemann. Dio, un cantante excelso de rock y heavy metal murió por cáncer de estómago y Hanemann por deficiencia hepática, producto de muchos años de alcoholismo y una intoxicación severa por la picadura de una araña.

Cuando ellos murieron, sentí como si un familiar hubiera partido para siempre, quizá lo mismo que pudieron sentir muchos colombianos mayores de 20 o 25 años cuando murió Fernando González Pacheco. Casi todos crecimos viéndolo en todo tipo de programas de televisón y fuimos educados y entretenidos con su estilo y trabajo.

Pero la idea no es hacer una lista funeraria

Cuando un famoso se muere, resulta que todo el mundo se pone triste y aparecen conocedores de su vida y obra por todas partes, como las moscas en un basurero. En Facebook, Twitter y demás plazas de expresión aparecen las fotos en blanco y negro con una frase del difunto acompañada de una carita triste :(

Cuando Steve Jobs desapareció todo el mundo resultó acongojado porque había muerto una gran influencia en su vida, cuando murió Nelson Mandela faltó muy poco para que hicieran una petición en alguno de esos sitios para nombrarlo santo universal. Dice la cultura popular que "no hay muerto malo".

Hay personjes que a pesar de haber llevado una vida llena de conductas dudosas, logran marcar con su obra a miles de personas, y en eso no vale señalar a un estilo musical o a otro, a un arte o al otro. Todos somos susceptibles de cometer errores, de vivir en los defectos y de permanecer en los vicios. Tan reprochable es la historia de vicio del Cacique como la de Elvis Presley. Ambos personajes fueron un pésimo ejemplo como seres humanos, pero que con su obra, marcaron estilos y géneros que dejaron una huella innegable.

Hay muertos malos, y muchos, pero todos habrán tenido quién los llore, Dandenys Muñoz Mosquera tuvo una familia que lo quiso y lo lloró, lo mismo "Raúl Reyes" -MIRE ESTA FOTO BAJO SU PROPIO RIESGO- y hasta Mohamar Al-Khadaffi. A ellos también les publicaron cosas, quizá no en Facebook, pero hubo quienes se entristecieron con sus muertes.

Es doloroso cuando un famoso se muere, más triste cuando un famoso de uno se muere, pero la muerte aunque indeseada, es algo inevitable. Lo que tienen ellos, que no tendremos muchos de nosotros es esa capacidad escasa para trascender y dejar una influencia duradera en las personas.

Dos balazos por la espalda acabaron con John Lennon, pero su música y su forma particular de ver la política y la religión siguen haciendo un eco mucho más poderoso que el estruendo de los disparos que lo mataron. Cuando escucho Orion me siento feliz, agradezco que Cliff Burton haya aportado con su genio y talento… prefiero pensar en lo que mis famosos han dejado para mí y para los que vienen, que en las circunstancias de sus muertes.

Quizá un homenaje digno para todas esas celebridades, mejor que decir "paz en su tumba", sea hacer lo que hacen muchos, celebrar su obra y disfrutar eso que nos ha conmovido. La tristeza llega por esos de quienes sabemos algo y de quienes conocimos vivos de alguna manera… no conozco el primero que esté triste por la muerte de Galileo Galilei o de Aristóteles, están muy lejos en el tiempo y su obra ha sido mucho más influyente que un libro premiado, pero esa es otra historia.

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