¡Qué me voy a acordar de la fecha exacta, ni el año siquiera! Tenía 12 o 13 años cuando fui con mi hermano a curiosear el primer concierto de Heavy Metal al Teatro Carlos Vieco, en el Cerro Nutibara. Sí, ese teatro que hoy parece el escenario de los 12 Monos o de un apocalipsis zombie, pero sin monos, sin zombies, sin nadie.
Esa tarde de un sábado tocaba Perseo, que decía la gente en la fila que era el mejor grupo de Medellín, hasta más bacano que Kraken -señalaban algunos-. Nosotros no teníamos ni idea sobre este grupo y como moscas en leche entramos a ese teatro griego y lo primero que vimos, fue unos peludos sentados en las sillas de primera fila, porque el teatro tenía sillas. Todos los que entraban saludaban a esos peludos como si fueran los "reyes del parche", uno tenía bigote y todos estaban llenos de manillas y pulseras de cobre pintando de verde sus brazos, uno estaba más catano, canoso y todo.
Mi hermano y yo, que no conocíamos a nadie, nos quedamos en una esquinita explorando el entorno para saber dónde sentarnos. La observación nos llevó a concluir que esos peludos eran los manes de Perseo, ¡qué emoción, los reyes del parche!
Coco, Pitty, Cañola, Repo, Edgar y Toño. Esa tarde aprendimos a identificar a Perseo, que minutos más tarde tomaron el escenario para el demorado proceso de prueba de sonido. Mi hermano y yo tratábamos de adivinar qué marca de instrumento tocaba cada uno, pero Toño y Edgar no estaban ahí.
Qué sorpresa tan grande cuando vemos a un man en muletas moviéndose como pez en el agua y ensayando tremendo chorro de voz, yo hubiera jurado que el vocalista era el otro tipo, el Toño ese, el más catano*. Arrancó el concierto y tuvimos que movernos del sitio, los pogos** nos echaron a lo alto de las gradas. No pasaron dos canciones cuando empezó a llover y a los músicos les arrimaron unas carpas. Tocaban, y tocaban muy bacano. Ya nos declarábamos seguidores de este grupo, pero la lluvia estaba desanimando a todo el mundo y en ese teatro, no hay donde escamparse.
Mojados hasta el tuétano. Edgar, el man de las muletas y la tremenda voz, soltó un ¡qué hijueputas, si se mojan ustedes nos mojamos nosotros! y se salió de la carpa para continuar sus canciones, le siguieron Cañola, Coco y Repo. En lo único que yo pensaba era en un corto circuito con los instrumentos, pero al parecer a nadie le importaba que un guitarrista saliera volando en chispas, el man hacía malabares y maromas con la guitarra, los otros dos posaban como en los videos de Veracruz en Teleantioquia y Edgar demostraba que el heavy metal no es una gritería nada más.
Esa tarde la lluvia nos bautizó como metaleros y presagió que desde ese día hasta el fin de los tiempos, cualquier concierto de heavy metal al aire libre estaría pasado por agua, me ocurrió en Colombia y me pasa en Canadá. Esa tarde dejó una huella inolvidable, comencé a hacer parte de una comunidad que extraña enormemente esa movida y las tardes en el Carlos Vieco, el pobre teatro que está convertido en escenario de espanto… ¿Y Perseo? Pues de Perseo tengo el No es tan sencillo y el CD En Contraste, ellos se disolvieron poco después del CD y tuvimos un afiche autografiado que enmarcamos y vivió en nuestra pared hasta que se llenó de hongos porque una gotera del techo lo volvió mierda, pero esa es otra historia…
*Catano: expresión que refiere a una persona vieja desde la perspectiva de un adolescente paisa
**Pogo: slam dance
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