La introducción
Enormes son, por ejemplo, esos festivales al aire libre con varias tarimas; grandes los que se hacen en los estadios y para nuestro caso montrealés, en la arena de hockey -no me pregunten por qué se llama "arena" si es de hielo-; medianos los que se hacen en grandes bares o teatros y los pequeños son en cuchitriles acogedores.
La experiencia
Esa noche empecé a cultivar el sueño de ver en vivo alguna vez a King Diamond, cuando escuché Funeral/Arrival del disco Abigail. 25 años más trade, hace tres noches, estuve en un concierto mediano en L'Olympia viendo, escuchando y cantando esas canciones que escucho hace ya una generación, tomando unas fotos muy regulares y extrañando enormemente a mis hermanos y mis amigos metaleros en Colombia. Aunque quise maquillarme estilo Conspiracy, no hubo tiempo. Allá me compré una camiseta de manga larga y no faltó el que se apareciera con camiseta de Nightwish.
Esto fue lo que sonó esa noche:
- The Candle
- Sleepless Nights
- Welcome Home
- Never Ending Hill
- Let It Be Done
- The Puppet Master
- Tea / Digging Graves / A Visit from the Dead
- At the Graves
- Evil (Mercyful Fate cover)
- Come to the Sabbath (Mercyful Fate cover)
- Shapes of Black
- Eye of the Witch
- Cremation
- The Family Ghost
- Black Horsemen
- Insanity
Estar en ese espectáculo fue algo sobrenatural. La energía que flotaba en el aire estaba llena de esa magia oscura de la música fortalecida con esos lazos únicos que unen a los metaleros de todo el mundo y que nos hace ser hermanos. Uno se abraza con desconocidos después de cantar pedazos de canciones uno se mira a la cara con cualquiera que esté al lado viviendo el mismo sueño de uno, recuerdo mucho a un negro gigante que cantó con migo la parte gutural de Sleepless Nights (3:27).
Foto con zoom como a 15 metros |
No pensaba ir porque debo confesar que su música es para mí materia muy ignorada y tras haber trasnochado ya dos noches seguidas, a esta edad se pone más complicado el aguante de una jornada laboral al día siguiente. Fue una amiga que vive y muere por ella y su música quien me insistió en acompañarla y mi esposa apoyaba la moción.
El sitio, Café Campus, pequeño y encerrado permitió que nos ubicáramos en primera fila, sin separación, ni barreras, ni vallas, ni gorilones custodiando la tarima de 50 centímetros de altura. A los teloneros los vimos desde lejos, y eso significa con cuatro o cinco metros, pero para ver a Doro nos arrimamos lo máximo posible. ¡Por eso prefiero los chiquitos!
Foto sin zoom a muy pocos centímetros |
Mi amiga se quería morir de la dicha, ella sí se sabe todas las canciones y conoce bien toda su trayectoria desde Warlock, y cantó con su micrófono muchísimas veces, se abrazó con ella y se despidió con un "gracias" que Doro respondió "gracias too". Es muy difícil de explicar a los mortales no metaleros lo que se siente estar en un concierto, esa emoción que produce vivir una pasión en directo y convertirse en una voz para los demás asistentes. Estar tan cerca de los artistas los hace ver a ellos tan humanos como uno, aunque suene extraño, pues normalmente son "endiosados" por su trabajo y casi siempre viven muy lejos en espacio y tiempo de nosotros.
Haber compartido ese espectáculo con mi amiga y estar en presencia de esta dama me ha convencido de que siempre es mejor cuando es chiquito que mediano, grande y enorme; encontrarse con el artista que a uno le gusta hace salir al niño interior, así como la noche del sábado mi esposa y otra amiga se encontrarom con Eddie Herrera en el hotel donde fuimos a un banquete, pero esa es otra historia…
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