8 oct 2014

Aunque fumes como bruja de cuento, yo también te quiero

..Iban siempre los hombres con un tizón en las manos (cuaba) y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas (cojiba) metidas en una cierta hoja seca también a manera de mosquete..., y encendido por una parte del por la otra chupan o sorben, y reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes... llaman ellos tabacos. Cristóbal Colón

Uno los ve reunidos como pajarracos debajo de cualquier alar o un asomo de pérgola, parados al lado de un cenicero (en los mejores casos) compartiendo conversaciones, risas y chismes; y el humo de los cigarrillos. No importa si llueve, truena o relampaguea, no importa si es invierno y estamos a -38ºC. La ley antitabaco los empujó fuera de todos los edificios y ellos no se resignan a abandonar sus puchos; mi amigo Alejandro, en otro contexto cultural distinto, también fue empujado fuera del bastimento donde trabaja y muchos se burlan de él, otros lo compadecen y algunos gozan de una satisfacción vergonzante porque él es imagen del 26.6% de adultos que fuman en el mundo y que en unos 80 países los tienen arrinconados.

Prácticamente nací con un cigarrillo en la boca. Mis recuerdos más remotos están llenos de humo de President, Marlboro, Lucky, Mustang, Camel, Derby, Montecarlo... a veces había tabacos y pipas y una que otra boquilla de señora elegante, pero siempre en mi familia hubo fumadores. La única excepción fue mi abuelita "Tetés", ¡de resto fumaban hasta las pinturas! En promedio, la edad en que la gente empieza a conocer el vicio del tabaco es los 13 años, yo lo probé a los 14 y cuenta mi mamá que ella lo hizo a los 12. Esa fue la generación que me crió y aunque en mis tiempos de inmortal también probé y ensayé los Marlboros con Coca-Cola que vendían en el colegio, el vicio aquél no se quedó conmigo.

No fue Jirafales, pero en la universidad tuve un par
de profesores que prendían un cigarrillo con la colilla
del otro, uno de ellos una vez estaba tan enojado
que sin darse cuenta lo estaba prendiendo por el 
lado del filtro; en todo caso, ellos dos fueron de mis 
mejores maestros.
En mi casa fumaban mi papá y mi mamá, ella ya ha dejado el vicio dos o tres veces y en la última ya lleva dos años y 10 meses en los que a pesar de los antojos, continúa firme con su simple acto de voluntad sin ayuda de medicamentos, ni parches, ni hipnósis. Más del 40% de los niños tiene al menos uno de sus padres que fuma, sin contar a sus familiares y amigos; y no existen restricciones para impedir que los menores respiren el humo de segunda ni que vean a sus familiares fumando en sus hogares. Recuerdo que en las aulas los profesores fumaban, los médicos lo hacían en sus consultorios y los más generosos ofrecían cigarrillos en elegantes cigarreras de carey a sus pacientes.

Algunas leyes antitabaco prohiben que en los medios de comunicación se muestren personas fumando y que se muestren los cigarrillos "crudos". Prohiben todo tipo de publicidad y en el caso canadiense, está proscrita hasta la exhibición del producto y las marcas en cualquier tipo de establecicmiento de venta. Cuando yo era niño y hacía los mandados, era normal que entre los plátanos, la leche y unos tomates, se encargara una cajetilla de President y un par de Chicles Globo (para mi hermano y yo), Era normal que de traído de San Andrés o de Estados Unidos llegaran los cartones de Marlboro y Lucky sin estampilla escondidos entre los calzones de las tías.

La cuestión no es solamente la sartisfacción que siente el fumador al soplarse sus pitillos y compartir en sociedad -porque nadie aprendió a fumar solo para seguir fumando solo-, sino cómo el dinero que mueve la industria del tabaco afecta la economía. Hace algunos años, de cuenta de la ley antitabaco, se suspendió el gran premio de Fórmula 1 en Montreal porque los ingresos de las escuderías se veían reducidos por la ausencia de la publicidad. No creo que les hubiera tocado sacar la ponchera para completar para el almuerzo, pero quien tiene dinero quiere tener más. Los bares y restaurantes también se quejan en todo el mundo porque pierden billete al no permitir el consumo y venta de tabaco en sus establecimientos. Pero yo no extraño a los fumadores: casi siempre que salía, al volver debía quitarme la ropa y bañarme porque estaba impregnado de ese olor característico, las prendas casi que había que exorcizarlas.

¿Cuánta plata se gastan al año los fumadores? Son nada más ni nada menos que 69,32 mil millones de dólares americanos que van a las cuentas bancarias de las tabacaleras y otro número indeterminado a las arcas de los gobiernos que gravan el tabaco. Nadie puede verificar cuán grande es la tajada que se mueve en contrabando. Como es cuestión de plata, los esfuerzos por eliminar este vicio que causa más de seis millones de fallecimientos de personas al año se limitan a las prohibiciones y muy poco a la ayuda para aquellos que fervientemente quieren dejarlo, pero cuya voluntad es más pobre que un pordiosero de Calcuta. Solamente hay 19 países que disponen de sistemas integrales para ayudar a los tabaquistas a abandonar "los plones", en el 28% de los países de bajos ingresos y en el 7% de los países de medianos ingresos no hay ningún tipo de asistencia para dejar de fumar.

No tengo manera de saber, pero me atrevo a afirmar que es más costoso querer dejar de fumar con ayuda terapéutica que seguir fumando; pero es menos costoso ofrecer esa ayuda que cubrir tratamientos por enfermades pulmonares, cáncer, problemas cardiovasculares, alta presión y todas esas enfermedades que no son acicate para los sopladores de cigarrillos. A veces creo que de verdad a los cigarrillos les echan más porquerías además de "tabaco rubio", cuando alguien fuma marihuana cerca de mí no toso, pero con un cigarrillo, me puedo morir ahogado.

Aquí y en otras partes del mundo, en las cajetillas se ponen fotos grotescas de gente que se pudre o bebés deformes nacidos de madres fumadoras, otros lugares utilizan textos y los más tímidos incluyen en letra menuda: "El consumo de tabaco es perjudicial para la salud". No me imagino siendo el diseñador de esos empaques buscando las fotos y calibrando los colores para que queden "bien" al lado de la marca. Hay información de sobra para prevenir el consumo, aunque en China cerca del 26% de los fumadores que cayeron en una encuesta afirmaron no saber que sus puchitos los podrían llevar a la tumba.

Y ni sabiendo, todos los fumadores que conozco saben exactamente el perjuicio que les hace el cigarrillo, algunos ya se han ido al hospital o ven reducido su desempeño atlético y sexual de cuenta de un invento de mendigos. Mi suegro, que apenas le quedan unos ñerbos de pulmones, decía que "el daño ya está hecho" cuando se negaba a dejar el tabaco, pero recientemente ha emprendido otro esfuerzo y aparentemente va con éxito por la senda de los no fumadores.

Con ellos no solamente es necesario la dedicación para prohibir el consumo en sitios públicos, las campañas de prevención y las porquerías que les ponen a los empaques, sino que los sistemas de salud los entiendan como un "problema de salud pública" y entre los recursos de atención clínica se incluyan los diversos métodos para abandonar el tabaquismo.

Los que fuman y tienen amigos que quieren dejar de fumar, pueden ayudar no ofreciendo o yéndose a fumar a otro lado. La convivencia y el respeto que se le exige a ellos al expulsarlos de todo sitio público deberían ser recíprocos y proveerles herramientas que les permitan reincorporarse a una vida sin humo, asimismo respetarles su deseo de fumar sin la superioridad moral de los no fumadores, cada cual con sus placeres, por ejemplo sin ser usuario estoy de acuerdo con la legalización de la marihuana, pero esa es otra historia…

ACTUALIZACIÓN: según se publicó en el diario La Presse el 21 de octubre de 2014, el gobierno de Quebec va a eliminar los subsidios a tratamientos de "enfermedades que se sabe están directamente relacionadas con el tabaco, como muchos tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de pulmón, cavidad oral, esófago, estómago, páncreas, como la enfermedad de las encías, enfermedades el corazón y los accidentes cerebrovasculares". Serán los fumadores quienes asuman los costos de tales tratamientos clínicos.

A pesar de que abogo por el respeto mútuo entre fumadores y no fumadores, no falta la persona que ignora e irrespeta la norma y se engancha como gárgola a una banca pública para fumar al lado del aviso que lo prohibe y no hay tampoco autoridades que hagan respetar los reglamentos. Esta foto de la izquierda la tomé en Gare Centrale, la estación terminal de trenes de cercanías e interprovinciales en el centro de Montreal.

Fuentes:

Wolfram Alpha
OMS 
Diario crítico

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