Esta nota está llena de testosterona, no por la baba oscura y maloliente que le chorrea a los elefantes machos detrás de los ojos, sino porque no puedo evitar ser hombre y se me hace imposible comprender la fascinación femenina con los bolsos y los zapatos; y peor aún, con los precios que algunas damas están dispuestas a pagar por esos artículos en relación con el uso.
Me voy a concentrar en los bolsos, que es lo que menos entiendo. Por lo general las cosas se echan como en una piñata y esa es una de las razones por las que cuando uno llama a algunas mujeres al celular, hay que hacer tres intentos mientras que encuentran el teléfono. Cuando necesitan las llaves, por razones de gravedad y otras leyes de la física, siempre están al fondo, y parece que no notan que la mayoría de bolsos cuentan al menos con un bolsillito para eso.
Yo tuve fascinanción por los bolsos, cuando era niño. El bolso de la mamá (o las tías, las abuelas) era una de esas cosas maravillosas que uno esculcaba de pequeño, por algun milagro siempre había confites o chocolates ahí. Con toda la curia del caso, uno metía la mano y al tanteo ubicaba el celofán y se robaba el dulce… pero la inocencia es bella y la ignorancia a veces perjudicial.
Esos confites siempre estaban envenenados, sabían antes que a naranja o fresa; a perfume, talco, laca o aspirinas; se corría el riesgo de encontrar otros paquetes menos apetitosos como toallas femeninas, pelos en un cepillo para peinar, pañuelos desechables a medio usar untados de labial, otros polvos, chicles envueltos en papel o quién sabe qué otras cosas.
Era una trampa. Al meter la mano era muy difícil mantener el sigilo, había que revolcar entre llaves, cosméticos, tarros de cremas de manos y talcos, pastillas de varios tipos, cajas de cigarrillos (¡sí, qué asco!), aretes nonos y collares enredados, "La palabra de Dios" del último domingo, una media velada rota, sobrecitos de salsas que quedaron de la última visita a un restaurante, cortaúñas, monedas y billetes sueltos, una estampa del Sagrado Corazón o San Judas y medallitas de san Benito. Un bolso es un cascabel gigante.
Ya viejo, esas expediciones al bolso son una pesadilla, sea mi mamá, mi esposa o una amiga, todas tienen en común el uso de un talego, a veces caro, que resulta inútil, no como mi billetera o los bolsillos de mi pantalón. Yo sé con exactitud donde tengo mis cosas guardadas y soy capaz de dar instrucciones precisas para que alguien encuentre, por decir algo, mi documento de identidad en el bolsillo transparente de la derecha de mi billetera, en el bolsillo izquierdo del pantalón que tengo puesto o en mi mesa de noche.
En el caso de las mujeres la cosa se complica, no solamente por la configuración caótica en que disponen su bolso, sino porque cuando a uno lo mandan a buscar algo al bolso hay que preguntar "cuál bolso". Ellas quieren tener bolsos para toda ocasión, que hagan rima con sus zapatos y correa si es el caso, que se vean bonitos con los aretes e inclusive, que hasta se vean bien con el esmalte de uñas, por fortuna mi esposa no es tan dedicada a esos extremos estéticos.
Bolsos de todos los colores y tamaños, que ocupan la mitad del armario y que siempre guardan algun secretico o una sopresa. Pero hasta entiendo que se tenga que combinar el bolso con los zapatos, lo que no entiendo es por qué meterle tanta plata a un artículo que hace el mismo trabajo que otro menos costoso… son lujos porque como ya he dicho, la utilidad a veces es nula (remítase a un bolso de fiesta).
"¿Trajiste el recibo?" "sí, está en el bolso… espereate lo busco… Yo sé que está en el bolso… ah! se me quedó en el otro bolso :(" El cambio de bolsos es un problema social. Si las mujeres no "tuvieran" que estar cambiando de bolso, las cosas no se perderían con tanta frecuencia y la convivencia sería mucho mejor. Después de uno de esos diálogos viene un episodio de disgusto y cantaleta en la que el hombre lleva las de perder porque no fue él quien guardó el recibo.
Limas de uñas, chocolatinas a medio comer, la tajada de torta de cumpleaños de una amiga para llevarle a la mamá, un libro interesantísimo, la revista de sudokus, un bolígrafo que no escribe y otro que chorrea tinta, pastillas con la fecha de vencimiento desteñida, la tiza mata cucarachas, un espejito decorado, unos audífonos enredados, tal vez una libreta de teléfonos en la que rigurosamente se guardan datos por orden alfabético:
El número de Karen en la A, por lo de "en alemán", el de Sandra López en la C de "cuñada", el de la mamá obviamente en la M y el de la abuelita definitivamente en en la T, por "lo más tierno del mundo", el número de Carlos el Veterinario en la P de perro.
Con mis ojos masculinos veo los bolsos como iguales casi todos, a no ser de que se trate de una cosa esperpéntica y endemoniadamente fea, como el monedero que vi antier con forma de rosquilla, a veces les noto detalles bonitos y hasta rebeldes y les encuentro el encanto, pero hay bolsos a los que no les veo la gracia, a casi ninguno, y mucho menos cuando les veo el precio.
Un bolso… ¡un bolso! que puede costar la cuota inicial de una casa o los estudios completos en una buena universidad privada, el tratamiento de un transplante o el arranque de un negocio. Aquí pongo unos ejemplos de bolsos de segunda, que rebajados y todo, tienen precios escandalosos (en dólares de Estados Unidos, tomado de http://www.yoogiscloset.com/):
Louis Vuitton Limited Edition Marron Alligator Lockit PM Bag
Overall Condition: Like new
Production Year: 2007
Retail Price: $24,000.00
Yoogi's Closet: $14,500.00
Save: 40%
|
Hermes 35cm Chocolate Togo Leather Gold Plated Birkin Bag
Overall Condition: Like new
Production Year: 2012
Yoogi's Closet: $13,995.00
|
Chanel Matte Gold 2.55 Reissue Crocodile 226 Flap Bag
Overall Condition: Gently used
Production Year: 2007
Retail Price: $35,000.00
Yoogi's Closet: $11,995.00
Save: 66%
|
Fendi White Mink Spy Bag
Overall Condition: Like new
Retail Price: $9,450.00
Yoogi's Closet: $3,875.00
Sale: $2,965.00
Save: 69%
|
Y donde no se encuentra nada… porque una mujer que pague por un bolso de esos no necesita llaves, ni pañuelos ni nada, tiene a quién pagarle para que le haga todo y le cargue todo, o compra las cosas mientras las va necesitando.
Hay mujeres que además de llevar bolsos caros, quizá no tanto como estos que puse, además trabajan y cargan la "coca" del almuerzo en loncheras disfrazadas que imitan a sus parientes bolsos, y en eso también se mueve la moda y es "necesario" guardar la elegancia y la distinción para transportar los sobrados de anoche que son el almuerzo de hoy. Las veo en el tren y los buses encartadas cargando dos bolsos en la mano, un tarro de café en la otra, si llueve: un paraguas… Desde mi óptica, un morral bien diseñado hace el trabajo y me vale gorro si el morral no combina con mis zapatos o mis botas de invierno porque no voy a estar todo el día cargando el morral ni la lonchera del almuerzo, sobre todo en este país donde a la gente le importa un furúculo la pinta de los demás (y eso es bueno).
Una vez vi un bolso para señora que encontré de los más práctico: tenía bolsillos para todo, espejo en la tapa y hasta una luz automática que se prendía al abrirlo y me hizo recordar al epítome de los bolsos, la "navaja suiza" de los talegos, el impajaritable de los caminantes… el accesorio del arriero: el carriel. Si yo fuera mujer, hubiera comprado cinco: uno para mí, otro para mi mamá y los otros tres para dar de aguinaldo.
http://uncrate.com/stuff/cocoon-slim-backpack |
Me uno!! En algún tiempo tuve obsesión por los morrales, y no hace muchos días que tuve que deshacerme de unos cuantos que, guardados, y ano prestaban ninguna utilidad. Ahora ando con anotojo de un morral rojo, pero los diseños no son muy agradables para mi anti estética vista. Veremos....
ResponderBorrar