Y con éste, vienen los temas paralelos y sus personajes, John Jairo Vásquez Velásquez, con el mote Popeye, es el más infame de sus secuaces a quien hoy, 8 de febrero de 2017, le estrenan una serie de televisión. Ya empezaron las protestas e indignaciones por hacer apología al delito, es muy comprensible que las víctimas no quieran saber nada de este sujeto y que mucho menos se glorifique su vida y obra. Pero, ¿y cómo estamos de morbo y doble moral?
Breaking Bad es una de las series más exitosas en Netflix y hasta le sacaron su versión latina: Metástasis. Recuerdo que The Sopranos fue una serie con una audiencia monstruosa en Colombia, esa que narra la vida de una familia ficticia, de esas familias italianas mafiosas, y yendo un poquito más atrás en el tiempo, la gente se moría por ver Miami Vice. "Ah, es que eso es ficción, en cambio Popeye es un personaje real" Hombe, pero mire a los personajes a los que se les ha hecho película, documental o serie y con seguridad las hemos visto o querido ver, es más, casi todo lo que creemos saber sobre ellos es gracias a la pantalla chica y grande:
- Al Capone (Alphonse Gabriel Capone): 117 títulos
- Adolf Hitler: 201 títulos
- Jack 'The Reapper': 122 títulos
- Pablo Escobar: 59 títulos
- Caligula: 69 títulos
Esos son unos pocos ejemplos. En el entretenimiento la sangre, el sexo y lo absurdo venden. Hay reclamos de "por qué no le hacen una novela a Patarroyo" o que simplemente no emitan esta serie en la que un sicario es el protagonista. Con la serie Narcos de Netflix, Colombia volvió a estar en la mira mundial por la triste fama del narcotráfico y la herencia letal de los carteles, inclusive hubo quienes ofrecían toures a nuestro país incluyendo una cena especial con JJ Vásquez, el más temible asesino de Pablo Escobar.
Hace muchos años que los canales Caracol y RCN se dedicaron a las narconovelas e historias de sicarios y "prepagos", en México la música de banda está plagada de narcocorridos, nos han fascinado siempre las películas de asesinos en serie, mafiosos, piratas, ladrones, prófugos, estafadores y demás pícaros delincuentes; los enigmas y tramas de las guerras mundiales con sus personajes siniestros. los muertos pasionales y épicos y las tragedias ajenas.
Con el respeto que merecen las víctimas de alias Popeye, no le encuentro razón a que una empresa privada de entretenimiento decida abstenerse de producir, emitir y vender la historia de este infame expresidiario. Así como las tabacaleras producen y venden veneno, las productoras, si quieren, lo pueden hacer dentro de lo que dicte la Ley. Es su decisión consumirlo o no, y son los televidentes los que tienen el poder final de matar una serie absteniéndose de verla, como fue así el condundente fracaso de la serie El Comandante, sobre la vida y proesas de Hugo Chávez.
Yo he hecho lo propio. Llevo muchos años evitando ver cualquier producto de entretenimiento relacionado con la guerra de las drogas en Colombia, porque yo, como muchos colombianos, también perdí familiares y amigos a desgracia del mercado del narcotráfico, pero esa es otra historia…
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