26 nov 2014

Las campañas de sensibilización

Yo también marché con camiseta blanca en contra de las FARC, el mismo día que millones de colombianos y extranjeros en todo el mundo salimos a las calles a hacernos ver y decirle al mundo que no estamos de acuerdo con ese grupo subversivo, que no nos representa, que el apoyo que dan muchas ONG y gobiernos extranjeros es algo incorrecto e inaceptable.

Eso fue hace seis años, casi siete, y la situación no solamente no cambió sino que empeoró. Y traigo el tema de las marchas, porque a pesar de que anduve en esa, nunca he creído que realmente funcionen contra entes que se nutren de la maldad y la decadencia, que se lucran del narcotráfico y la guerra. Las campañas de sensibilización son muy hermosas y cumplen su objetivo: sensibilizar a los sensibles ¿Y los insensibles qué?

El 25 de noviembre en Colombia apareció otra campaña de sensibilización que pretende alzar la voz en contra de la violencia contra las mujeres y consistió en motivar a que la gente se pintara los labios de rojo. En Facebook manifesté mi desacuerdo con respecto a la efectividad de esas acciones simbólicas y gracias a esa opinión se abrió una discusión al respecto, fui criticado por criticar la campaña aún cuando considero que mis argumentos son válidos.

Esos argumentos los expondré a continuación y extendiéndolos a campañas similares que han resultado en movimientos más que todo artísticos y mediáticos.

Se han remangado el pantalón, han marchado por los derechos sexuales, han andado en ropa interior en el metro, se han empelotado para exigir derechos, hasta existe un sacerdote católico irlandés que de vez en cuando ha corrido desnudo por las canchas en partidos de fútbol importantes para visibilizar la discriminación religiosa en el Reino Unido.

Todas esas son acciones que atraen las miradas de los ciudadanos corrientes que de muy buena fe, de vez en cuando se involucran en esas campañas. Yo encuentro que es ingenuo pretender que con performances los ejecutores de los delitos y el maltrato, ya sea contra la población civil por parte de la guerrilla, o contra una mujer por parte de su marido, vayan a cambiar de actitud y reflexionar si han obrado mal.

Dudo también que esa mujer maltratada, por el simple hecho de saber que la gente se pinta los labios de rojo queriendo solidarizarse con ella, vaya a denunciarlo y divorciarse para emanciparse y defender su integridad física y emocional. Señaló un amigo que esos labios rojos son en sí una imagen sexista que involucra per se ese maltrato, me parece también exagerado. Cierto es que, como han dicho mis primas, lo importante es que la campaña dé de qué hablar, y aquí me tienen escribiendo, pero cuando los símbolos no van acompañados de acciones concretas, tiene la misma efectividad que un mensaje en una botella.

El maltrato contra las mujeres, especialmente en una sociedad como la colombiana, es fruto de una larga historia de machismo encarnado en hombres y mujeres, es producto de una educación coja en la que se ha enseñado las relaciones humanas como lucha de poder entre el que manda y el que obedece, entre el macho y la sumisa. No podemos negar, aunque a nadie le guste, que es una sociedad desmedidamente agresiva y polarizada donde una diferencia de opinión, de gustos, de sexo o de lo que sea, desemboca en actos violentos, y entendamos eso como la agresión física y verbal y la intimidación psicológica y económica.

Al marido abusador, al jefe acosador, al hijo machista le vale tres kilos de caca que un actor de telenovela se pinte los labios, o se remangue el pantalón; a la esposa abusada, a la empleada acosada y a la madre arrinconada le sirve de muy poco que la gente se procupe por ellas si no hace nada al respecto. Mientras nosortros estamos advertidos del problema y algunos se maquillan, a miles de mujeres las están maltratando de alguna manera y no hay nadie, mucho menos ellas mismas, que las ayude. Hay videos en donde se muestra que los extraños defienden en la calle a una mujer maltratada y ésta termina agrediendo a sus defensores para sacar en limpio al abusador. En la alta sociedad cartagenera se vio también que un marido casi mata a la señora en una fiesta "en el club", con sacada de revólver y todo. Los medios de comunicación y sus familiares hicieron el alboroto, pero el caso terminó en que ella lo perdonó y que lo quiere mucho.

En 2004 se promulgó la Ley 882 de 2004 (Ley de los ojos morados), autoría del senador Carlos Moreno de Caro, a quien han tildado de payaso político. Esa ley castiga con prisión de hasta tres años a los agresores domésticos, no solamente contra las mujeres, protege también a los hombres. Esa fue una acción concreta y es evidente que falta mucho por hacer, sobre todo en la educación cambiando el modelo machista/feminista por uno más integrador y ecuánime, pero eso tarda, cambiar la cultura que disfruta de reinados de belleza y narconovelas va a demorar más que la Revolución Cubana.

Existen campañas más silenciosas, o mejor, menos vistosas que efectivamente recogen fondos para luchar por o contra algo, como Movember, que es dejarse el bigote en noviembre para recoger fondos en nombre de un paciente de cáncer masculino para investigación y tratamiento de los enfermos; también hay gente que se viste de rosado para recoger fondos y ayudar en la investigación contra el cáncer de mama y es bien sabido que también en muchísimos lugares del planeta la gente se rapa la cabeza para los mismos fines.

Si se trata de visibilizar el problema, hay modos menos bonitos, pero más directos de hacerlo. Hace tres años, Pirry hizo uno de sus programas al respecto tomando un caso para exponer una realidad que no es solamente colombiana. Considero que si uno quiere "vencer un monstruo" es mejor pincharlo con una lanza que hacerle cosquillas con una pluma. De esta campaña quisiera ver cuáles son los resultados, en cuánto tiempo estaremos cosechando los frutos rojos de esos labios maquillados, quisiera ver cuál es el presupuesto destinado para asesorar a las mujeres maltratadas o prestarles ayuda jurídica, qué de ese movimiento está dirigido a acciones educativas en niños y adultos para cambiar el modo de pensar y actuar, cuántos de esos "embajadores maquillados" han logrado rescatar al menos una sola persona del círculo de la violencia doméstica.

Dijo mi prima: "Veamos el lado positivo de las campañas porque si a nosotros no nos llega hay gente a la que si", la cuestión es que nos llega a nosotros, pero ¿les llegan a los maltratadores?

Sé que las campañas hay que hacerlas, eso no lo discuto, es la efectividad y su alcance lo que pongo en duda, como los objetivos que sí han logrado las marchas del orgullo gay, pero esa es otra historia…

ACTUALIZACIÓN: yo no tenía ni idea quién era el modelo del afiche original de la campaña de los labios rojos. Supe gracias a un amigo que se trata de un tal J. Balvin y en Facebook alguien publicó el mismo afiche con la letra de una de sus canciones, resaltando la contradicción entre el decir (o mejor, posar) y el hacer. Como realmente soy un completo ignorante del reguetón, quise averiguar si es cierto que ese tipo es quien me dicen que es y que esa es una de sus canciones. Resulta que todo es cierto, estas son fotos del fulano y la canción se llama Partan la discoteca.

Con esta nueva información encuentro muchísimo más desvirtuada la campaña, es como usar a Nicolás Maduro para promover la educación o la libertad de prensa, o poner a Joseph Ratzinger a ofrecer condones. Insisto en que la violencia no es solamente física, sino también emocional y sexual, y haber utilizado como legitimador de esta propaganda a un tipo que claramente es sexista y machista, es lo que podemos llamar un descache el hijueputa... y me perdonan pues lo ramplón, pero las cosas son como son.

1 comentario:

  1. Justamente hoy me encontré esta otra campaña, de la que dudo su efectividad (aparte de Renzo y Julio), pero al menos motiva más la atención y a compartir.
    http://www.upsocl.com/comunidad/estos-hombres-piropean-a-mujeres-por-la-calle-sin-saber-que-eran-sus-madres/

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