Cierto, eso de "capital del rock" ya no le queda. Tengo entendido que Medellín ya es la capital mundial del reguetón y que los rockeros y metaleros que sobreviven nadan contra la corriente tratando de encontrar espacios de divulgación. En el centro, en las Torres de Bomboná, existe un oasis de rock y buena música que se llama Rock Symphony. Su propietario es uno de esos gestores que con profundo romanticismo cree que se puede seguir siendo rockero. En el centro no hay un lugar del tamaño del Carlos Vieco para conciertos al aire libre a excepción del Parque de San Antonio (que no es para eso). Aunque como Hugo (el dueño de Rock Symphony) hay varios, sin el convencimiento de los administradores de ciudad no se puede.
El Teatro Metropolitano está "en la mala" también, va a tener que cerrar, es comprensible que los arreglos del sitio tengan un valor prohibitivo, pero en el Carlos Vieco la situación no es tan grave. Aún así, hoy es un lugar digno de espanto en el que en vez de crecer la cultura local (y mundial), abundan las malezas y escasean los sonidos de la juventud, que ya estamos entre los 40 y 50 años.
Allá fue mi primer concierto, vi a Perseo y quedé enormemente impresionado con el talento del grupo. Vi también las primeras presentaciones de Ekhymosis, Athanator, Tenebrarum (esta es más reciente), Skullcrusher, Antagon, Juanita Dientes Verdes, Emma Hoo (lástima el video dañado), y otros grupos que si ya no existen, dejaron una huella importante en el entorno musical de Medellín.
Este texto fue inspirado por un video en el que se expone el abandono del teatro, a continuación Román González, otro quijote de la música de mi ciudad, muestra y cuenta lo que pasa con este sitio que fue el segundo hogar de muchos de nosotros.
El Carlos Vieco no tiene que ser una plaza exclusiva para el rock y el metal, es un espacio de la ciudad que debería estar abierto para todo tipo de manifestación cultural, un lugar que en sus gradas y escenario ha acogido cantidades de personas que llevamos esos momentos en el corazón, allí conocimos bandas, hicimos amigos, pogueamos y soñamos con ser estrellas de rock después de interminables filas en las lomas del Cerro, pero esa es otra historia…
https://youtu.be/eBs9IcYsEbM