A Natalia Springer le han llovido todo tipo de ataques a raíz de la "verificación" de unos contratos que la Fiscalía General de la Nación tiene con su empresa. Lo hemos visto en Facebook y en titulares de prensa. Particularmente los he escuchado en La Luciérnaga y Hora 20, ambos de Caracol Radio.
Natalia Springer resultó ser una académica e investigadora
brillante y al parecer a muchos eso no les gusta.
Ya lo dijo Cochise: "En este país la gente se muere más
de envidia que de cáncer"
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No voy a dar las explicaciones que la señora Springer ya dio, pero quiero anotar que ella no es la primera colombiana que se casa con un extranjero y que debe obedecer la norma del país que la acoge y cambiarse su apellido paterno por el del marido. Julito y Félix, que han vivido "en las estranjas" deberían saberlo.
Otro personaje, un panelista en Hora 20 dudaba insistentemente de las calidades académicas y profesionales de la señora y al ser confrontado por otro panelista (que era el abogado del diablo), el primero solamente argüía: "Quién es Natalia Springer para cobrar 2 millones de dólares por unos estudios". Ninguno de esos se tomó el trabajo de siquiera averiguar por los méritos de la contratista ni por acceder al menos a un resumen de lo que hasta ahora se lleva trabajado en ese estudio.
Señalaba ella en esa entrevista que por culpa de cientos de opinadores profesionales y de corrillo, ese trabajo sensible que se está haciendo en la Fiscalía y los técnicos que lo realizan han sufrido un enorme daño. Con cada pregunta que elevaban, sentía una profunda vergüenza profesional y patriótica... los ataques, aún de sus colegas, han sido constantes y facilistas, se han hecho burlas de su nombre y honra y en plata franca ¡eso es difamación!
Quizá es por que ha hecho carrera en los medios de comunicación, quizá es por ser una dama bella, quizá es simplemente porque es mujer, quizá -que es lo que me inclino a creer- es por atacar de "ladito" al fiscal Montenegro, o quizá es porque se llama Natalia, así como se mantienen jodiendo y subestimando a otra Natalia: París, pero esa es otra historia…